tierra (Romanos 8:26–27). Por la epístola de Juan sé que Cristo es mi abogado ante el Padre en los cielos para resolver todos mis problemas allí. ¿Por qué lo necesito yo allí en su carácter de abogado? Porque hay un “acusador” que aprovecha cualquier oportunidad para desafiar a Dios por su gracia en salvarme. Cuando yo peco, mi adversario, el diablo, me acusa inmediatamente delante de Dios. El diablo es llamado “el acusador de los hermanos” (Apocalipsis 12:10). Aun Josué, el sumo sacerdote de Israel,
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